miércoles, 26 de octubre de 2011

Mis 22 años de NG la banda camino hacia la historia




Por Dirección de Negocios y Comunicación
EGREM

Nada detiene el curso de la historia, ni en tiempo ni en hechos. Así sucede con la música, cuando es parte del legado de una nación. Algunos hombres y su obra irrumpen en ella cuando son capaces de aportar creatividad y pasión, originalidad y talento. Otros no lo logran. Sólo 22 años le han bastado a José Luis Cortés y a NG La Banda para dejar su impronta en la historia musical de Cuba.

Ellos lo resumieron de forma impecable en este disco doble que muchos valores artísticos encierra. Mis 22 años hace gala de una excelente calidad de sonido, del virtuosismo y la versatilidad de un grupo de músicos, habituales o invitados, que nos impiden mantenernos indiferentes ante esta propuesta, que se lanza el jueves 27 de octubre en la Casa de la Música de Miramar.

La presencia de Chucho Valdés, Juan Formell, Adalberto Álvarez, Manolito Simonet, David Calzado, Pedrito Calvo, César “Pupi” Pedroso, Paulo FG, Tania Pantoja, Robertón, Jenny Valdés, Ricardo Amaray, los jóvenes Cristian y Rey Alonso, entre otros, bastaría para reconocer esta producción junto a la EGREM como memorable y así es.

Con diseño de Arnulfo Espinosa, la más reciente producción de “La Banda que manda” después de varios años, igualmente se destaca por una hábil selección del repertorio. Varias obras conocidas y otras de estreno, que en su mayoría no habían sido incluidas en discos anteriores de la agrupación, conforman un producto equilibrado, abarcador y ambicioso profesionalmente.

Después del CD Bailemos, editado por EGREM en el año 2007 y dedicado a la música de Juan Almeida, los Estudios de 18 acogieron la grabación de temas conocidos como el Rap de la muerta u Obsesión –un clásico de la música puertorriqueña-, junto a otros como Un pedacito de tu corazón o Calabaza, de nueva factura.

Para nadie es un secreto la capacidad de José Luis, “El Tosco”, para lograr arreglos impresionantes y atrevidos, amparados en la calidad de una orquesta que aunque ya no sería La Nueva Generación (NG), se empeña en que otros continúen su ejemplo popular e innovador, a modo de escuela, de academia incesante incluso desde los mismos escenarios. Los “metales del terror” no solo se dedican a atemorizar; también se dedican a asegurar el futuro de la música popular.

Mucho se hablará de los que fueron parte del nacimiento de la Timba en los 90, de los que movilizaron a miles de personas dispuestas a bailar y olvidar sus preocupaciones, a ser parte de sucesos irrepetibles, si de divertimento se trata.

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