sábado, 22 de noviembre de 2025

Entrevista con Adolfo Ernesto Martínez Rodríguez (Fito) Ingeniero de sonido

 Entrevista con Adolfo Ernesto Martínez Rodríguez (Fito) Ingeniero de sonido y productor musical con más de 20 años de experiencia, Fito ha dejado una huella notable en la industria gracias a su participación en numerosas producciones de alto nivel. Su trabajo ha sido fundamental para asegurar la calidad sonora en proyectos de destacados artistas como Buena Fe, Carlos Varela, X Alfonso, Síntesis, César López y Habana Ensemble, Aldo López-Gavilán, Roberto Fonseca, Real Project, Beatriz Márquez, Interactivo, M Alfonso, Alain Pérez, David Valentín, David De María, Jackson Browne, Caetano Veloso, Chambado, Willy Chirino y el Dúo Iris, entre muchos otros.

En esta entrevista, Fito comparte cómo inició su carrera, cuáles son las habilidades esenciales para trabajar en producciones musicales, los géneros que más le inspiran y otros aspectos clave de su trayectoria profesional.

 



1.¿Qué me inspiró a convertirme en ingeniero de sonido?

La elección de esta profesión se debió a mi temprana y profunda pasión —casi una dependencia— por la música. Desde muy joven desarrollé una tendencia natural a preferir escuchar música con excelente calidad de producción, donde los conceptos sonoros estuvieran claramente definidos. Nunca me atrajo la música que, por buena que fuera en contenido, sonara mal o mal producida.

Crecí rodeado de una gran diversidad de equipos de sonido: desde pequeñas grabadoras de cassette, viejos tocadiscos Hi-Fi, hasta modernos sistemas domésticos con prestaciones sorprendentes para los estándares de la Cuba de los años 80. Y cabe destacar algo muy particular: en aquella época, a pesar de las limitaciones tecnológicas, existía en Cuba una cultura impresionante de apreciación musical. La gente valoraba muchísimo escuchar música con la mejor calidad posible, y eso tuvo una gran influencia en mí.Recuerdo claramente cómo me impactaba notar la enorme diferencia en cómo sonaba la misma canción según el sistema de reproducción utilizado. Esa curiosidad me llevó a preguntarme: ¿por qué suena tan distinto? No me bastaban respuestas simples como "este equipo tiene más potencia". Yo quería entender qué había detrás, más allá de lo evidente.

Fue así como empecé a oír conceptos técnicos que me fascinaban: respuesta de frecuencia, eficiencia, filtros pasabanda, gabinetes acústicos de dos o tres vías, entre otros. Todo eso lo aprendía de boca de audiófilos y amigos con sólidos conocimientos. Para un niño como yo, siempre curioso y con ansias de aprender más allá de lo que enseñaban en la escuela, cada nuevo término era la puerta de entrada a un universo por descubrir.Aunque en la adolescencia intenté estudiar música, nunca llegué a sentirme cómodo con un instrumento. Mis manos y mi impaciencia por dominar rápidamente algo que requería años de práctica me hicieron desistir. Pero la música seguía viva en mi cabeza. Lo que verdaderamente me emocionaba era estar detrás de escena: procesar, editar, mezclar todas esas líneas de percusión, melodías y armonías para crear un resultado final coherente, potente y disfrutable tanto para el público como para mí.

 

Mi formación como ingeniero de sonido fue completamente autodidacta, un camino largo, pero del cual no me arrepiento ni por un segundo. Lo que se aprende desde la práctica directa, enfrentándose a situaciones reales, es incalculable. Muchos ingenieros de grabación, mezcla o sonido en vivo se han formado así, y su nivel técnico y artístico es altísimo. Estudiar en instituciones formales puede ser muy útil, sin duda, pero cuando te mueve una pasión que te define desde niño y además tienes un poco de talento, el aprendizaje se vuelve algo mucho más profundo y duradero.En mi caso, el momento de revelación llegó en 1987, cuando vi por primera vez un documental audiovisual en el que una banda grababa un álbum dentro de un estudio. Fue impactante. Al terminar, le dije a mis padres con total seguridad: “Eso es lo que quiero hacer. Quiero ser ingeniero de sonido.”Hoy, a mis 51 años y viviendo fuera de Cuba, muchas personas me dicen que debería dedicarme a algo que genere más dinero. Pero, por más que intente explicarlo, sé que muchos no lo entenderán. Esto no es solo un trabajo: es lo que soy. Es lo que decidí ser desde niño. Es parte de algo inmenso, invaluable, algo que el dinero no puede comprar: mi felicidad profesional.

 

2. Sobre el momento más gratificante de mi vida

Han sido muchos. No podría señalar uno solo en particular. Son muchísimos conciertos y producciones discográficas en los que, de distintas maneras, he sentido una profunda plenitud.En muchos de esos conciertos —y no han sido pocos— he tenido momentos en los que, espontáneamente, retiro las manos de la consola, levanto la vista hacia el escenario y me detengo un instante para escuchar lo que estoy haciendo. Y en mi cabeza revolotean frases (algunas, medio subidas de tono, lo admito... jajaja) que no debería escribir aquí, pero que expresan pura emoción, orgullo y regocijo.Todo eso ocurre por la satisfacción que siento al ver y oír cómo se concreta un resultado que me llena completamente. Esos son, sin duda, los momentos más gratificantes.

3. ¿Qué consejos le daría a alguien que empieza su carrera como ingeniero de sonido?

Ante todo, que se dediquen a esto movidos por la pasión. Como en cualquier otra disciplina de la vida, ese es un requisito fundamental para llegar a ser realmente profesionales. No solo en esta área, sino en cualquiera. También es importante que puedan identificar si tienen la capacidad y si realmente sienten una vocación auténtica por esta profesión, que —vale decir— tiene un alto grado de subjetividad. No siempre será reconocida o apreciada como se merece, y en muchos momentos puede ser incluso injustamente poco valorada o mal agradecida.

 

4. ¿Cómo me mantengo actualizado sobre las nuevas tendencias y la tecnología en la música?

En esencia, es el propio ritmo del trabajo diario lo que te va integrando, casi de forma natural, con las nuevas tecnologías. Creo que esto aplica a cualquier profesión: mientras participes activamente en ella, inevitablemente te verás impulsado a investigar, aprender y mantenerte informado sobre las nuevas herramientas que van surgiendo y que, en muchos casos, se vuelven necesarias en el ejercicio cotidiano.

Hoy en día, hay un desarrollo enorme de herramientas digitales que prometen hacer de todo: desde facilitar el trabajo técnico, hasta —si uno no tiene cuidado— banalizar el arte y convertirlo en algo superficial, vacío y fabricado con el único propósito de entretener o engañar a un público que, lamentablemente, cada vez tiene menos preparación y menos referencias para distinguir lo valioso de lo desechable.

Como ocurre en muchas otras áreas, esta también es una industria —y una muy agresiva y competitiva, comercialmente hablando. Por eso, es fundamental desarrollar criterio: saber identificar qué herramientas realmente necesitas para hacer mejor tu trabajo y cuáles son solo productos de marketing que, aunque tentadores, no aportan nada significativo. En este campo hay de todo... y no todo vale.

 

5. ¿Existe alguna habilidad no técnica esencial para el éxito en esta profesión?

Sin duda, las habilidades técnicas son valiosas y bienvenidas para quien aspire a comenzar una carrera en esta profesión. Pero, más allá de lo técnico, hay una habilidad natural que considero fundamental: tener buen oído musical.

No me refiero necesariamente a saber teoría musical o tocar un instrumento, aunque eso siempre suma. Me refiero a tener una sensibilidad auditiva, una percepción afinada que te permita reconocer qué suena bien y qué no, independientemente del género o estilo. Es una habilidad subjetiva, sí, pero muy real y necesaria. Quien no la tiene, o no la cultiva, difícilmente podrá lograr resultados artísticos sólidos.Además, es clave tener pasión por la música —de todo tipo. No importa si es clásica, electrónica, rock o folclore; lo importante es tener la mente abierta, curiosidad constante y una actitud de respeto hacia cualquier expresión musical bien hecha.Y por supuesto, hay otro factor esencial: la conciencia de que esta profesión requiere una formación continua. Es un océano de experiencias, conocimientos, errores y descubrimientos. Incluso después de 30 años de carrera, uno sigue aprendiendo. Por eso, para quien da sus primeros pasos, es importante entender que nunca se sabe lo suficiente. Siempre hay espacio para crecer, y esa mentalidad ahorra mucho tiempo y frustración en el camino.

 

6. ¿Cuál es mi proceso preferido dentro de este trabajo? (¿Grabación, mezcla, masterización?)

La verdad es que disfruto mucho todos estos procesos, siempre que esté trabajando con música que me mueve o me gusta profundamente. Me resulta difícil elegir uno solo como “preferido”, porque cada etapa tiene su magia y su valor dentro del resultado final.

Sin embargo, lo que más me llena es participar en sesiones de grabación en estudio donde todos los músicos, el equipo de producción y demás involucrados trabajan juntos en tiempo real. Especialmente disfruto las sesiones grandes, aquellas que involucran orquestas o formatos híbridos que combinan música clásica con elementos contemporáneos.Es en esos momentos donde siento mayor conexión con el arte y con el equipo humano detrás del proyecto. La energía que se genera en una sesión así es única… y si además la música es buena, ¡entonces la experiencia se vuelve simplemente extraordinaria!.

7. ¿Cómo manejo las discrepancias con artistas o productores con los que trabajo?

Este es un tema que siempre implica cierta complejidad. Sin embargo, es importante reconocer que muchas veces, de las situaciones de discrepancia surgen momentos de pura creación y reinvención extraordinarios. No hay nada como trabajar en un equipo donde todos comparten el deseo común de lograr un resultado de alto nivel, dejando a un lado los egos. Pero, claro, estas condiciones ideales no se dan todo el tiempo ni con facilidad.

Uno debe tener siempre presente que, como en todo proceso creativo, pueden surgir diferencias de criterio estético entre lo que uno percibe o propone y lo que el artista, músico o productor tiene en su mente. Cuando estas situaciones aparecen, creo que lo más importante es mantener una actitud cuidadosa, respetuosa y constructiva. Cada persona es un mundo, y muchos artistas son profundamente sensibles y muy celosos de su obra. Por eso, la forma en que uno comunica una observación o crítica es clave: no se trata de imponer una opinión, sino de ofrecer una perspectiva que haga sentir a la otra parte que puede confiar en ti, incluso si no está de acuerdo.

De hecho, en muchos casos, luego de una diferencia inicial, el proyecto termina elevándose a un mejor nivel. A veces, estas tensiones creativas abren caminos inesperados y enriquecedores. Aunque, por supuesto, no siempre ocurre así. Hay veces en las que simplemente no hay punto de encuentro, y es importante estar preparado para aceptar eso también.Cada artista tiene su propio criterio, y su música nace de él. Puede que ese criterio no coincida con el tuyo, pero si ves que es válido, coherente y genuino, es mucho más fácil aceptarlo y seguir adelante con el trabajo, incluso si no lo compartes completamente. El problema se vuelve más complicado cuando sientes que lo que se defiende carece de lógica, sentido estético o dirección clara. En esos casos —sobre todo si se vuelve recurrente— puede llegar a ser frustrante, y personalmente me cuesta seguir adelante cuando siento que no tengo nada que aportar, o que el trabajo pierde propósito.Por suerte, ese tipo de situaciones han sido muy raras en mi trayectoria. Pero cuando ocurren, son un verdadero reto, especialmente para alguien como yo, que tiene una naturaleza honesta y no sabe fingir que algo está bien cuando no lo siente así.

 

8. ¿Qué hago para refrescar los oídos cuando llevo mucho tiempo trabajando seguido?

Definitivamente, lo primero es parar. Es vital darle un respiro a los sentidos. A veces, no es tanto cansancio auditivo como una adaptación que ocurre cuando trabajas muchas horas o días en un proyecto de postproducción. Cuando te sumerges en la mezcla de algo durante tanto tiempo, tus oídos se acostumbran a ciertos sonidos que tal vez no están óptimos. Te adaptas a escuchar algo que, aunque no suene mal, está por debajo de tu propio estándar de calidad. Es una especie de "vicio" auditivo, en el que de tanto escuchar lo mismo, tu criterio se ve afectado, y lo que al principio podría sonar extraño, después lo aceptas como normal.

En estos casos, lo que suelo hacer es terminar la postproducción del proyecto entero, guardarlo y dejar la mezcla para más tarde. Esto me permite alejarme de él y retomarlo con más frescura y perspectiva. Después, comienzo un proyecto nuevo que sea más fácil de trabajar, y cuando vuelvo al proyecto largo y complejo, lo hago con más espontaneidad y una mentalidad más limpia.Si el cansancio es estrictamente auditivo, simplemente paro de trabajar y descanso. Me pongo a leer, a hacer algo fuera del ámbito sonoro que no implique música o ruidos, hasta que me sienta recuperado. Para mí es fundamental trabajar cuando realmente deseo hacerlo, con toda mi energía y concentración. Y, si ya es tarde y estoy fatigado, la mejor opción es dormir y continuar al día siguiente. No hay nada como trabajar con oídos frescos y en plena disposición.

9.¿Algún género musical o tipo de proyecto con los que prefiera trabajar y por qué?

Son pocos los géneros que no prefiero. Y me atrevería a decir que probablemente ninguno de manera absoluta. Puede haber buena música en todos los géneros, y a veces me sorprendo disfrutando de una pieza de un estilo que normalmente no elegiría. Pero claro, sí tengo ciertas preferencias, especialmente por la música de autor, todas las tendencias de la fusión, el jazz, y, por supuesto, el pop, que es un género tan amplio y diverso. Dentro de este, hay proyectos increíbles que no siempre son los más conocidos. Incluso dentro de los más populares, algunos tienen una excelente producción musical y un resultado sonoro impecable.Me gusta trabajar con proyectos de rock, porque me permiten explorar sonoridades con mucha intensidad y emoción. Pero, en general, mi enfoque se basa en la calidad del proyecto y la visión artística más que en el género en sí.

 

 

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Buena Fe