Entrevista con Adolfo Ernesto Martínez Rodríguez (Fito) Ingeniero de sonido y productor musical con más de 20 años de experiencia, Fito ha dejado una huella notable en la industria gracias a su participación en numerosas producciones de alto nivel. Su trabajo ha sido fundamental para asegurar la calidad sonora en proyectos de destacados artistas como Buena Fe, Carlos Varela, X Alfonso, Síntesis, César López y Habana Ensemble, Aldo López-Gavilán, Roberto Fonseca, Real Project, Beatriz Márquez, Interactivo, M Alfonso, Alain Pérez, David Valentín, David De María, Jackson Browne, Caetano Veloso, Chambado, Willy Chirino y el Dúo Iris, entre muchos otros.
En esta entrevista, Fito comparte cómo inició su
carrera, cuáles son las habilidades esenciales para trabajar en producciones
musicales, los géneros que más le inspiran y otros aspectos clave de su
trayectoria profesional.
1.¿Qué me inspiró a convertirme en ingeniero de sonido?
La elección de esta profesión se debió a mi temprana y
profunda pasión —casi una dependencia— por la música. Desde muy joven
desarrollé una tendencia natural a preferir escuchar música con excelente
calidad de producción, donde los conceptos sonoros estuvieran claramente
definidos. Nunca me atrajo la música que, por buena que fuera en contenido,
sonara mal o mal producida.
Crecí rodeado de una gran diversidad de equipos de sonido:
desde pequeñas grabadoras de cassette, viejos tocadiscos Hi-Fi, hasta modernos
sistemas domésticos con prestaciones sorprendentes para los estándares de la
Cuba de los años 80. Y cabe destacar algo muy particular: en aquella época, a
pesar de las limitaciones tecnológicas, existía en Cuba una cultura
impresionante de apreciación musical. La gente valoraba muchísimo escuchar
música con la mejor calidad posible, y eso tuvo una gran influencia en mí.Recuerdo
claramente cómo me impactaba notar la enorme diferencia en cómo sonaba la misma
canción según el sistema de reproducción utilizado. Esa curiosidad me llevó a
preguntarme: ¿por qué suena tan distinto? No me bastaban respuestas simples
como "este equipo tiene más potencia". Yo quería entender qué había
detrás, más allá de lo evidente.
Fue así como empecé a oír conceptos técnicos que me
fascinaban: respuesta de frecuencia, eficiencia, filtros pasabanda, gabinetes
acústicos de dos o tres vías, entre otros. Todo eso lo aprendía de boca de
audiófilos y amigos con sólidos conocimientos. Para un niño como yo, siempre
curioso y con ansias de aprender más allá de lo que enseñaban en la escuela,
cada nuevo término era la puerta de entrada a un universo por descubrir.Aunque
en la adolescencia intenté estudiar música, nunca llegué a sentirme cómodo con
un instrumento. Mis manos y mi impaciencia por dominar rápidamente algo que
requería años de práctica me hicieron desistir. Pero la música seguía viva en
mi cabeza. Lo que verdaderamente me emocionaba era estar detrás de escena:
procesar, editar, mezclar todas esas líneas de percusión, melodías y armonías
para crear un resultado final coherente, potente y disfrutable tanto para el
público como para mí.
Mi formación como ingeniero de sonido fue completamente
autodidacta, un camino largo, pero del cual no me arrepiento ni por un segundo.
Lo que se aprende desde la práctica directa, enfrentándose a situaciones
reales, es incalculable. Muchos ingenieros de grabación, mezcla o sonido en
vivo se han formado así, y su nivel técnico y artístico es altísimo. Estudiar
en instituciones formales puede ser muy útil, sin duda, pero cuando te mueve
una pasión que te define desde niño y además tienes un poco de talento, el
aprendizaje se vuelve algo mucho más profundo y duradero.En mi caso, el momento
de revelación llegó en 1987, cuando vi por primera vez un documental
audiovisual en el que una banda grababa un álbum dentro de un estudio. Fue
impactante. Al terminar, le dije a mis padres con total seguridad: “Eso es lo
que quiero hacer. Quiero ser ingeniero de sonido.”Hoy, a mis 51 años y viviendo
fuera de Cuba, muchas personas me dicen que debería dedicarme a algo que genere
más dinero. Pero, por más que intente explicarlo, sé que muchos no lo
entenderán. Esto no es solo un trabajo: es lo que soy. Es lo que decidí ser
desde niño. Es parte de algo inmenso, invaluable, algo que el dinero no puede
comprar: mi felicidad profesional.
2. Sobre el momento más gratificante de mi vida
Han sido muchos. No podría señalar uno solo en particular.
Son muchísimos conciertos y producciones discográficas en los que, de distintas
maneras, he sentido una profunda plenitud.En muchos de esos conciertos —y no
han sido pocos— he tenido momentos en los que, espontáneamente, retiro las
manos de la consola, levanto la vista hacia el escenario y me detengo un
instante para escuchar lo que estoy haciendo. Y en mi cabeza revolotean frases
(algunas, medio subidas de tono, lo admito... jajaja) que no debería escribir
aquí, pero que expresan pura emoción, orgullo y regocijo.Todo eso ocurre por la
satisfacción que siento al ver y oír cómo se concreta un resultado que me llena
completamente. Esos son, sin duda, los momentos más gratificantes.
3. ¿Qué consejos le daría a alguien que empieza su carrera
como ingeniero de sonido?
Ante todo, que se dediquen a esto movidos por la pasión. Como
en cualquier otra disciplina de la vida, ese es un requisito fundamental para
llegar a ser realmente profesionales. No solo en esta área, sino en cualquiera.
También es importante que puedan identificar si tienen la capacidad y si
realmente sienten una vocación auténtica por esta profesión, que —vale decir—
tiene un alto grado de subjetividad. No siempre será reconocida o apreciada
como se merece, y en muchos momentos puede ser incluso injustamente poco
valorada o mal agradecida.
4. ¿Cómo me mantengo actualizado sobre las nuevas tendencias
y la tecnología en la música?
En esencia, es el propio ritmo del trabajo diario lo que te
va integrando, casi de forma natural, con las nuevas tecnologías. Creo que esto
aplica a cualquier profesión: mientras participes activamente en ella,
inevitablemente te verás impulsado a investigar, aprender y mantenerte
informado sobre las nuevas herramientas que van surgiendo y que, en muchos
casos, se vuelven necesarias en el ejercicio cotidiano.
Hoy en día, hay un desarrollo enorme de herramientas
digitales que prometen hacer de todo: desde facilitar el trabajo técnico, hasta
—si uno no tiene cuidado— banalizar el arte y convertirlo en algo superficial,
vacío y fabricado con el único propósito de entretener o engañar a un público
que, lamentablemente, cada vez tiene menos preparación y menos referencias para
distinguir lo valioso de lo desechable.
Como ocurre en muchas otras áreas, esta también es una
industria —y una muy agresiva y competitiva, comercialmente hablando. Por eso,
es fundamental desarrollar criterio: saber identificar qué herramientas
realmente necesitas para hacer mejor tu trabajo y cuáles son solo productos de
marketing que, aunque tentadores, no aportan nada significativo. En este campo
hay de todo... y no todo vale.
5. ¿Existe alguna habilidad no técnica esencial para el éxito
en esta profesión?
Sin duda, las habilidades técnicas son valiosas y bienvenidas
para quien aspire a comenzar una carrera en esta profesión. Pero, más allá de
lo técnico, hay una habilidad natural que considero fundamental: tener buen
oído musical.
No me refiero necesariamente a saber teoría musical o tocar
un instrumento, aunque eso siempre suma. Me refiero a tener una sensibilidad
auditiva, una percepción afinada que te permita reconocer qué suena bien y qué
no, independientemente del género o estilo. Es una habilidad subjetiva, sí,
pero muy real y necesaria. Quien no la tiene, o no la cultiva, difícilmente
podrá lograr resultados artísticos sólidos.Además, es clave tener pasión por la
música —de todo tipo. No importa si es clásica, electrónica, rock o folclore;
lo importante es tener la mente abierta, curiosidad constante y una actitud de
respeto hacia cualquier expresión musical bien hecha.Y por supuesto, hay otro
factor esencial: la conciencia de que esta profesión requiere una formación
continua. Es un océano de experiencias, conocimientos, errores y
descubrimientos. Incluso después de 30 años de carrera, uno sigue aprendiendo.
Por eso, para quien da sus primeros pasos, es importante entender que nunca se
sabe lo suficiente. Siempre hay espacio para crecer, y esa mentalidad ahorra
mucho tiempo y frustración en el camino.
6. ¿Cuál es mi proceso preferido dentro
de este trabajo? (¿Grabación, mezcla, masterización?)
La verdad es que disfruto mucho todos estos
procesos, siempre que esté trabajando con música que me mueve o me gusta
profundamente. Me resulta difícil elegir uno solo como “preferido”, porque cada
etapa tiene su magia y su valor dentro del resultado final.
Sin embargo, lo que más me llena es participar en sesiones
de grabación en estudio donde todos los músicos, el equipo de producción y
demás involucrados trabajan juntos en tiempo real. Especialmente disfruto las
sesiones grandes, aquellas que involucran orquestas o formatos híbridos que
combinan música clásica con elementos contemporáneos.Es en esos momentos donde
siento mayor conexión con el arte y con el equipo humano detrás del proyecto.
La energía que se genera en una sesión así es única… y si además la música es
buena, ¡entonces la experiencia se vuelve simplemente extraordinaria!.
7. ¿Cómo manejo las discrepancias con artistas o
productores con los que trabajo?
Este es un tema que siempre implica cierta
complejidad. Sin embargo, es importante reconocer que muchas veces, de las situaciones
de discrepancia surgen momentos de pura creación y reinvención extraordinarios.
No hay nada como trabajar en un equipo donde todos comparten el deseo común de
lograr un resultado de alto nivel, dejando a un lado los egos. Pero, claro,
estas condiciones ideales no se dan todo el tiempo ni con facilidad.
Uno debe tener siempre presente que, como en todo
proceso creativo, pueden surgir diferencias de criterio estético entre lo que
uno percibe o propone y lo que el artista, músico o productor tiene en su
mente. Cuando estas situaciones aparecen, creo que lo más importante es
mantener una actitud cuidadosa, respetuosa y constructiva. Cada persona es un
mundo, y muchos artistas son profundamente sensibles y muy celosos de su obra.
Por eso, la forma en que uno comunica una observación o crítica es clave: no se
trata de imponer una opinión, sino de ofrecer una perspectiva que haga sentir a
la otra parte que puede confiar en ti, incluso si no está de acuerdo.
De hecho, en muchos casos, luego de una diferencia
inicial, el proyecto termina elevándose a un mejor nivel. A veces, estas
tensiones creativas abren caminos inesperados y enriquecedores. Aunque, por
supuesto, no siempre ocurre así. Hay veces en las que simplemente no hay punto
de encuentro, y es importante estar preparado para aceptar eso también.Cada
artista tiene su propio criterio, y su música nace de él. Puede que ese
criterio no coincida con el tuyo, pero si ves que es válido, coherente y
genuino, es mucho más fácil aceptarlo y seguir adelante con el trabajo, incluso
si no lo compartes completamente. El problema se vuelve más complicado cuando
sientes que lo que se defiende carece de lógica, sentido estético o dirección
clara. En esos casos —sobre todo si se vuelve recurrente— puede llegar a ser frustrante,
y personalmente me cuesta seguir adelante cuando siento que no tengo nada que
aportar, o que el trabajo pierde propósito.Por suerte, ese tipo de situaciones
han sido muy raras en mi trayectoria. Pero cuando ocurren, son un verdadero
reto, especialmente para alguien como yo, que tiene una naturaleza honesta y no
sabe fingir que algo está bien cuando no lo siente así.
8. ¿Qué hago para refrescar los oídos cuando llevo
mucho tiempo trabajando seguido?
Definitivamente, lo primero es parar. Es vital darle
un respiro a los sentidos. A veces, no es tanto cansancio auditivo como una
adaptación que ocurre cuando trabajas muchas horas o días en un proyecto de
postproducción. Cuando te sumerges en la mezcla de algo durante tanto tiempo,
tus oídos se acostumbran a ciertos sonidos que tal vez no están óptimos. Te
adaptas a escuchar algo que, aunque no suene mal, está por debajo de tu propio
estándar de calidad. Es una especie de "vicio" auditivo, en el que de
tanto escuchar lo mismo, tu criterio se ve afectado, y lo que al principio
podría sonar extraño, después lo aceptas como normal.
En estos casos, lo que suelo hacer es terminar la
postproducción del proyecto entero, guardarlo y dejar la mezcla para más tarde.
Esto me permite alejarme de él y retomarlo con más frescura y perspectiva.
Después, comienzo un proyecto nuevo que sea más fácil de trabajar, y cuando
vuelvo al proyecto largo y complejo, lo hago con más espontaneidad y una
mentalidad más limpia.Si el cansancio es estrictamente auditivo, simplemente
paro de trabajar y descanso. Me pongo a leer, a hacer algo fuera del ámbito
sonoro que no implique música o ruidos, hasta que me sienta recuperado. Para mí
es fundamental trabajar cuando realmente deseo hacerlo, con toda mi energía y
concentración. Y, si ya es tarde y estoy fatigado, la mejor opción es dormir y
continuar al día siguiente. No hay nada como trabajar con oídos frescos y en
plena disposición.
9.¿Algún género musical o tipo de proyecto con los
que prefiera trabajar y por qué?
Son pocos los géneros que no prefiero. Y me
atrevería a decir que probablemente ninguno de manera absoluta. Puede haber
buena música en todos los géneros, y a veces me sorprendo disfrutando de una
pieza de un estilo que normalmente no elegiría. Pero claro, sí tengo ciertas preferencias,
especialmente por la música de autor, todas las tendencias de la fusión, el
jazz, y, por supuesto, el pop, que es un género tan amplio y diverso. Dentro de
este, hay proyectos increíbles que no siempre son los más conocidos. Incluso
dentro de los más populares, algunos tienen una excelente producción musical y
un resultado sonoro impecable.Me gusta trabajar con proyectos de rock, porque
me permiten explorar sonoridades con mucha intensidad y emoción. Pero, en
general, mi enfoque se basa en la calidad del proyecto y la visión artística
más que en el género en sí.


No hay comentarios:
Publicar un comentario